Reproducción en Pianola de la melodia "AVE MARIA": Tango de Francisco y Juan
Canaro. Rollo de 88 notas de Industria Argentina marca PAMPA B 3566
Estampilla derecho de autor: Punta de rollo reparada, carretel izquierdo
roto con faltante. Caja reparada con etiqueta en fotocopia.-
Grabacion realizada en la ciudad de Viedma, Capital historica de la
Patagonia (Rio Negro) el dia 17 de setiembre de 2010 en Pianola Piano marca
Chickering (The Ampico) fabricada en Boston - USA en 1928, restaurada
personalmente en 2004.
Busco (Compro) rollos de pianola con el fin de difundirlos y preservarlos
para las generaciones futuras, si tenes enviame un mail a
ASBORNOH@RNONLINE.COM.AR
Gracias y apreciacion a Horacio
Asborno para enviarme ese anecdota sobre este obra:
Por ahora los datos que tengo y
puedo enviarle son los siguientes:
01-01-1924: por especial pedido del Embajador argentino ante la Santa Sede,
Daniel Mansilla García, el Papa Pío XI presencia una exhibición de tango
efectuada dentro del Vaticano por Casimiro Aín con su compañera María Scotto,
quienes bailaron el tango de Francisco y Juan Canaro "Ave María", tras lo
cual el Papa habría dicho. "Es una danza hermosa e inocente".
La crónica otra vez, dice que Pío XI sentado en su trono, sólo murmuró: "avanti,
figliolo, procedi",
El Vasco hizo una seña y el maestro del coro Vaticano convocado para tocar
en el armonio esa música tan extraña al lugar arrancó con el tango Ave María,
de Francisco "Pirincho" Canaro. Era la pieza de título más piadoso entre los
tangos que se había podido encontrar después de descartar, por ejemplo, "¡Qué
fideo!", "El choclo", "El fierrazo" o "Abanicame la zona", que eran los
nombres de las composiciones de uso corriente en los para nada santos
quilombos de entonces.
García Mansilla no dejó escapar detalle: decidió que el Vasco no bailaría
con la alemana Peggy, que era su compañera acostumbrada para sus actuaciones
en el cabaret El Garrón de Montmartre. Muy eficiente el embajador.
Frente al Santo Padre su compañera de baile, estirada y desconfiada ante
aquel malevo exótico, sería la señorita Scotto, traductora en las oficinas
de la embajada. Por supuesto que nada de falda con tajo ni zapatos de taco
alto. La pollera de la señorita Scotto, azul oscura, bien debajo de la media
pierna.
Saludos desde la capital historica de la Patagonia
Horacio ASBORNO
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